La tecnología avanzada e interactiva para llevar puesta podría parecer poco más que Star Trek-de la fantasía. Sin embargo, parece que la fantasía quiere convertirse en un hecho, con Google Glass liderando el camino hacia la próxima generación de tecnología vestible.
La experiencia del usuario
Independientemente del dispositivo, una buena experiencia de usuario es siempre un elemento clave para el éxito. Para que la próxima generación de tecnología ponible despegue, habrá que tener en cuenta y abordar determinados factores de usabilidad:
- Público objetivo ? ¿A quién va dirigido el dispositivo? El grupo de edad, el sexo, las diferencias culturales; todos desempeñan un papel clave en el diseño final y en la forma en que el usuario interactúa con él.
- Propósito ? ¿Para qué sirve el aparato? ¿Ofrece una solución específica? Y lo que es más importante, ¿aporta suficiente valor para convencer al usuario previsto de que lo lleve?
- Aplicación ? ¿Cómo se lleva la tecnología? ¿Qué parte del cuerpo cubre? ¿Es fácil de poner?
- Diseño ? ¿Qué aspecto tiene cuando se lleva puesto? ¿Se nota? ¿Parece extraño? ¿Llamaría la atención o se integra perfectamente en la forma humana? Estéticamente hablando, ¿le gustaría llevarlo a un usuario?
¿Por qué es diferente?
Es cierto que la tecnología vestible, de una forma u otra, existe desde hace tiempo, con todo tipo de dispositivos, desde chaquetas autocalentables y auriculares Bluetooth, hasta el humilde podómetro. En general, se trata de dispositivos de un solo uso, diseñados para ofrecer una solución específica.
La diferencia de las Google Glass -y de cualquier imitación o innovación que surja de ellas- es que su objetivo es llevar al siguiente nivel otra experiencia que ya está masivamente atendida, la del consumo de contenidos.
La experiencia social
Esta última etapa en la evolución de la tecnología portátil nos acerca a la transmisión de contenidos directamente a nuestras cabezas. Por su propio diseño, las Google Glass eliminan el aspecto social tangible del consumo de contenidos, situando al usuario en su propia burbuja, fuera del alcance de los de fuera.
Las situaciones sociales ya se han visto comprometidas por la tecnología, con pubs, discotecas, restaurantes, etc., llenos de gente absorta en lo que ocurre en la pantalla de su smartphone. La diferencia es que, en esencia, siguen desvinculados del dispositivo y, si lo desean, pueden compartir la experiencia con amigos o pareja.
Un dispositivo como Google Glass hace que la experiencia sea exclusiva del usuario. Lo que nos lleva a preguntarnos si, en un mundo en el que parece que ya nos estamos alejando de la interacción social (a menos que sea a través de nuestra propia tecnoburbuja), ¿es ésta una perspectiva tan emocionante como nos quieren hacer creer las multimillonarias empresas que están detrás de estos dispositivos?
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